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DIARIO CRÓNICAS DE ARIES
El Dragón y la Bondad Naciendo

Por Gerardo Borges Aranda – 31 de mayo de 2022

Eduardo Alarcón Orozco - La Bondad Naciendo

La interpretación de la simbología depende en gran medida de nuestra perspectiva en el tiempo y espacio en la que la significamos. Pero hay símbolos que han perdurado de manera constante, aunque su significado se haya modificado de acuerdo a la creencia. Así, la serpiente simboliza lo terrenal y las aves se asocian a lo divino, siendo el águila el ave de referencia en muchos casos. Son una pareja de contrarios, de opuestos, que puede ser entendida de otras maneras como yin o yang, ser y el no ser, la vida y la muerte, la joya y el loto, la belleza y la fealdad, verdad o falsedad, la bondad y la maldad. En esta búsqueda nuestra por comprender de dónde venimos y a dónde vamos, hemos tenido constancia de grandes personalidades que en su vida han encontrado, aumentado y compartido con nosotros su espiritualidad, mostrándonos cómo desde lo terrenal podemos alcanzar lo divino. De simbolizar esta idea, y utilizando las referencias conocidas, se puede decir que estos maestros, siendo seres materiales que alcanzaron diferentes niveles de divinidad, son serpientes emplumadas, serpientes con alas, o lo que en nuestro imaginario reconocemos como dragón. El dragón se manifiesta como un símbolo de poder del ser terrenal que, al volar, puede tocar lo divino.

Nuestra vida misma es una unificación de contrastes en la que partimos desde un estado animal y transitamos por una adquisición de conocimientos y experiencias que nos permiten incubar un estado espiritual, que su crecimiento y finalidad lo mantenemos en nosotros con una esperanza suprema, que es la Fe, y que siempre nos sugiere que todo tiene un propósito.

Entendiendo al bien como lo correcto de acuerdo con una norma conocida, reconocemos que la maldad es el impedimento al cumplimiento de esa norma. Cualquiera que sea la norma a medir, sea esta natural, social, personal o espiritual, también reconocemos a la bondad como el método que nos hace transitar del estado de sobrevivencia hacia un estado de búsqueda de calidad de vida y posteriormente a una calidad de pensamiento. Y allende a los aspectos terrenales, vemos una naturaleza equilibrada, atractiva y fundamentalmente buena, ya que, sin vida, no podríamos reconocer nada de esto.

La obra «La Bondad Naciendo» muestra al dragón (el potencial de cada uno de nosotros por serlo) con toda su

imponencia y poderío por encima del mundo que conocemos, en un símbolo de bondad pura que es el regreso a las primeras etapas de la vida en la que dependemos del alimento provisto de la lactancia y cuyo nutriente tiene su origen en el Centro del Lago de la Luna. Desde esta perspectiva, se sugiere que la maldad que nos impide el camino natural y progresivo hacia mejores etapas en la humanidad, y en nuestra vida individual, debe ser contrarrestada con nuestra propia bondad, no únicamente con amor fraternal -que ya sería el cumplimiento de la regla de oro-, sino con un amor maternal/paternal que solo se complace regresando el bien por el mal y cuyo propósito no solo es alcanzable, sino apremiante.

Somos ese ser que creemos que es alguien más, ese alguien con poder y autoridad que esperamos conocer y que nos muestre lo que, por otro lado, ya sabemos desde hace mucho tiempo. Y que no han sido pocas las lecciones recibidas a través de milenios.

El dragón surge sin dudas, con entendimiento y la valentía provista por el asesoramiento y conocimiento adquiridos, con la convicción de que la bondad tiene una expresión nueva en un tiempo y espacio focales para esta generación.